- Artículo de Javier Domínguez con motivo de la acumulación de basura, durante la noche de San Juan, en arenales, parques, plazas y calles
Cerceda, a 23 de junio de 2022.- La noche más corta y mágica del año nos espera dentro de unas horas y promete tener buena acogida, especialmente tras dos años de pandemia en los que muchas fiestas y reuniones se han frustrado por razones sobradamente conocidas y justificadas.
Sardinas para degustar y hogueras para espantar las meigas constituyen dos de los ingredientes habituales en una celebración a la que se suma buena parte de la población con el propósito de disfrutar: unos, en la playa y en el campo, y otros, en los parques y en las plazas. En muchos casos, se improvisan puntos de encuentro que, en otras fechas, estarían desiertos, pero los multitudinarios aforos requieren de grandes espacios físicos para la música, el baile y la cena. Tomamos las calles en busca de diversión.
No obstante, y más allá de poner a prueba nuestra capacidad de resistencia física en una fecha tan señalada en el calendario, hay una lamentable estampa que se repite cada año la madrugada del 24 de junio: los cientos y cientos de toneladas de basura abandonada en esos lugares que han sido testigos de un comportamiento humano insensato.
Arenales asediados de basura, litorales ahogados en plásticos, calles sucias y malolientas constituyen elementos que protagonizan las instantáneas del día siguiente y que son fruto de la dejadez, la irresponsabilidad y la insolidaridad.
El abandono de residuos es, por encima de todo, una conducta incívica que atenta contra el medio ambiente, contra el bienestar de los ciudadanos y contra la biodiversidad, pero también contra las arcas de la Administración, por el mayor coste que genera las tareas de limpieza y desinfección adicionales, y contra profesionales como son aquéllos que trabajan para que nuestros municipios luzcan limpios y sanos, y que deben duplicar o incluso triplicar su tarea.
Hagamos las paces con esta celebración y exijámonos consumir de forma responsable, evitar la adquisición de productos de usar y tirar, optar por cubiertos y vajillas reutilizables, descartar el plástico, apostar por alimentos frescos, locales y de temporada, así como recoger nuestra basura y clasificarla por materiales, depositando cada desecho en el contenedor correspondiente para propiciar su reciclado.
Demos una lección de sostenibilidad. Porque, en la noche de San Juan, al contrario que las meigas, los residuos no se esfuman, pero sí se acumulan.
Presidente
Javier Domínguez Lino