- Tras la publicación de la primera Estrategia Europea sobre Plásticos, se impone una nueva economía del plástico con la que se persigue reducir el plástico de un solo uso, así como los microplásticos, y posibilitar que todos los envases plásticos sean reciclables o reutilizables antes de 2030.
- La sostenibilidad de un envase viene marcada por seis elementos claves: ecodiseño, utilización de materiales renovables, incorporación de plástico reciclado, mejora de la reciclabilidad del envase, desarrollo de envases biodegradables o compostables, y optimización de los procesos de transformación.
Cerceda, a 11 de abril de 2019.- Tras la publicación de la primera Estrategia Europea sobre Plásticos, se han establecido las bases para una nueva economía del plástico con la que se persigue reducir el plástico de un solo uso, así como los microplásticos, y posibilitar que todos los envases de plástico sean reciclables o reutilizables antes de 2030.
Por tanto, estamos ante una transformación en la forma en que se conciben, diseñan, utilizan y reciclan los envases plásticos, avanzando hacia un nuevo modelo que impulsará la creación de nuevos puestos de trabajo y oportunidades de inversión.
AIMPLAS proporciona seis medidas para que un envase cumpla con los criterios de sostenibilidad:
- El ecodiseño, es decir, que se diseñe bajo criteriros de reparabilidad, posibilidad de actualización, reutilización y reciclabilidad. Esta medida implica un análisis del ciclo de vida del producto a fin de optimizarlo y reducir los costes vinculados a la cantidad de materiales empleados en su fabricación y a una mayor eficiencia, también en el transporte. De hecho, el ecodiseño de un producto puede representar una reducción de su impacto ambiental hasta un 80%, junto con el ahorro económico asociado.
- Utilización de materiales renovables, toda vez que pueden suponer una disminución de la huella de carbono del producto, resultando conveniente que dichos materiales se usen en cascada con varios ciclos de reutilización y reciclaje.
- Incorporación de plástico reciclado, lo que supone también una reducción de la huella de carbono y un ahorro económico de materias primas.
- Mejora de la reciclabilidad del envase. En 2030, todo los productos deben ser reciclables, por lo que la capacidad recicladora de plásticos en la UE debe ampliarse y modernizarse. Ello implicará un mayor volumen de negocio, así como la creación de puestos de trabajo y una reducción de la dependencia de Europa respecto a las importaciones de combustibles fósiles y emisiones de CO2.
- Desarrollo de envases biodegradables o compostables. Actualmente son numerosas las aplicaciones de los bioplásticos, acogiendo el sector del envase el 60% de las mismas. En el envase rígido, las más comunes se dan en la cosmética y en botellas de bebidas. En el envase flexible, la diversidad de biomateriales es más amplia, teniendo mayor presencia en los envases para alimentos (frutas, verduras, dulces).
- Optimización de los procesos de transformación a fin de minimizar el consumo de energía y disminuir residuos, apostando por las mejores tecnologías disponibles que permitan eliminar ineficiencias, constituyendo la industria 4.0 el modelo a seguir.
Fuente e imagen: Aimplas
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