- ONU Medio Ambiente comparte experiencias e iniciativas de jóvenes talentos latinoamericanos que ya son todo un ejemplo a seguir en el ámbito de la innovación ambiental.
- Es el caso del Scott Munguía, oriundo de México, que decidió producir bioplásticos a partir de semillas de aguacate, o Inty Gronneberg, de origen ecuatoriano, que ideó unas turbinas capaces de filtrar y retener el plástico en los ríos antes de que lleguen al océano.
- Por su parte, los chilenos Roberto Astete y Cristian Olivares, fundadores de Solubag, presentaron una bolsa plástico que se desintegra en el agua en pocos minutos, mientras que un grupo de estudiantes y docentes de la Universidad de ORT Uruguay creó “La Casa Uruguaya”, un proyecto de vivienda sostenible e inteligente.
Cerceda, a 26 de marzo de 2019.- Los jóvenes de América Latina pisan fuerte en el ámbito de la innovación ambiental. ONU Medio Ambiente comparte cuatro experiencias que podrían servir de ejemplo a seguir, ayudando a construir un planeta más sostenible.
Es el caso de Scott Munguía, un joven ingeniero mexicano que, en su férrea lucha contra la contaminación por plásticos, decidió producir bioplásticos a partir de semillas de aguacate. Fue en 2011 cuando descubrió que la semilla de este fruto contiene un biopolímero similar al presente en el maíz. Tres años después montó su propia empresa, que lleva por nombre Biofase, con sede en Monterrey y que en la actualidad llega a 11 países de América Latina. Comercializa productos bioplásticos conformados en un 60% por el biopolímero del aguacate y en un 40% por compuestos orgánicos sintéticos. Las pajitas y los cubiertos fabricados con semillas de aguacate se descomponen en 240 días.
Según Munguía, 300.000 toneladas de semillas de aguacate se descartan anualmente solo en México, con lo cual se podría satisfacer a partir de este material el 20% de la demanda mundial de bioplásticos, con la particularidad de que esta alternativa no utiliza cultivos para el consumo humando como el maíz o la yuca.
GUERRA AL PLÁSTICO
Por su parte, Inty Gronneberg, de origen ecuatoriano, ideó unas turbinas capaces de filtrar y retener el plástico en los ríos antes de que lleguen al océano. Con su empresa Ichtion, estas turbinas pueden recolectar hasta 80 toneladas diarias de plástico y se instalan en las embarcaciones fluviales para que recojan los residuos mientras realizan los traslados habituales.
Los chilenos Roberto Astete y Cristian Olivares, fundadores de Solubag, presentaron una bolsa plástico que se desintegra en el agua en pocos minutos. En su fabricación se utiliza caliza en lugar de derivados del petróleo, y su impacto sobre el entorno es nulo si se compara con otras alternativas tales como las bolsas oxo-biodegradables, que están hechas con base en polietileno y se desintegran en pequeños trozos de plástico contaminante.
CASAS BIOCLIMÁTICAS INTELIGENTES
Asimismo, un grupo de estudiantes y docentes de la Universidad de ORT Urugauay creó “La Casa Uruguaya”, un proyecto de vivienda sostenible e inteligente basada en arquitectura bioclimática y tecnología para reducir el consumo eléctrico. Con un perfecto aislamiento, tiene dos techos (uno encima de otro) y, entre ambos, partes móviles que se abren o cierran a distancia para regular la temperatura interna. Las ventanas están estratégicamente ubicadas para mejorar la iluminación, la casa se autoabastece con energía solar, cuenta con sistemas de alerta sobre el desperdicio energético, de reutilización de agua y controla la temperatura, la humedad y la iluminación a través de sensores.
Muchos de estos proyectos e iniciativas fueron reconocidos con premios y distinciones, ayudándoles a tener más visibilidad y a abrirse camino en un mundo que requiere con urgencia de soluciones innnovadoras para garantizar el futuro.
Fuente: ONU Medio Ambiente
Imagen: Pixabay
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