Colaborar en el reciclaje constituye toda una muestra de responsabilidad con la protección del medio ambiente y, por tanto, con el bienestar y calidad de vida de las generaciones actuales y futuras.
La labor de la ciudadanía se erige en el cimiento del trabajo que posteriormente se desarrolla en los centros de tratamiento para que los residuos depositados en cada contenedor de recogida selectiva cobren nueva vida y se transformen en recursos, cerrando el círculo de su recuperación.
Hay cosas que podemos cambiar:
- Mira a tu alrededor. Entornos naturales con residuos abandonados por la mano del hombre. No lo permitamos.
- Planifica tu consumo y adquiere únicamente lo necesario. En muchas ocasiones compramos de forma compulsiva artículos que acabarán en el cubo de la basura, con el consiguiente derroche de recursos naturales y de dinero.
- Ojo con los alimentos. Conviene fijarse en la fecha de caducidad y fecha de consumo preferente, y ajustar las raciones al número de miembros de la unidad familiar. Minimizar el desperdicio alimentario constituye otro de los desafíos. Un tercio de los alimentos que se cultivan en el mundo para el consumo humano acaban desechados.
- Fuera bolsas plásticas de un solo uso. Reutiliza tu bolsa o haz uso del carrito de mercado de toda la vida.
- Cambia la forma de comprar. Recurre al comercio local y a los productos de temporada. Contribuirás a la economía de tu entorno y a la reducción de emisiones de CO2 derivadas del transporte.
- Descarta artículos excesivamente embalados y con múltiples envases plásticos. El envoltorio no forma parte del producto y, más pronto que tarde, acabará convertido en un desecho.
- El principio de prevención constituye la máxima a seguir. Reutilizar los objetos nos permitirá reducir la generación de residuos. Las malas prácticas de usar y tirar deben quedar en el pasado. Se impone la circularidad de los productos y el máximo aprovechamiento de los mismos hasta agotar su vida útil.
- Una vez convertidos en residuos, los materiales deben ser separados en origen y depositados en cada uno de los contenedores de recogida selectiva para que puedan ser reciclados:
- Contenedor amarillo: envases de plástico, latas y briks.
- Contenedor azul: papel y cartón
- Iglú verde: envases de vidrio
- Contenedor marrón (que comienza a implantarse en los ayuntamientos gallegos): materia orgánica.
- Contenedor verde genérico: fracción resto (no reciclable), en la que también deben incluirse elementos de protección utilizados por la ciudadanía frente al Covid tales como mascarillas y guantes.
- Si habitas en una vivienda unifamiliar con terreno (huerto o jardín), el compostaje doméstico de la materia orgánica constituye una magnífica opción para transformarla en un abono natural para la tierra.
Con el fin de impulsar el reciclaje desde su centro de operaciones, Sogama, en el marco de ampliación del Complejo Medioambiental de Cerceda (A Coruña), construyó y equipó, en línea con la industria 4.0, una nueva planta de recuperación de materiales donde, a través de tecnologías de última generación, logra separar hasta 11 tipos de residuos reciclables que no fueron segregados en origen por los ciudadanos para propiciar su transformación en nuevos recursos. Plásticos, vidrio, papel/cartón, briks, metales, etc, mezclados en la basura convencional toman rumbo a los centros recicladores para reincorporarse al mercado con una nueva vida, propiciando así el ahorro de energía y materias primas.