- Así se refleja en una encuesta promovida por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
- Un 63% prefiere comprar un artículo con etiqueta medioambiental y un 44 % se muestra dispuesto a pagar más por un producto o servicio con una etiqueta medioambiental verificada.
- Solo el 5 % dice estar bien informado de los requisitos existentes para que un producto pueda destacarse como verde o lucir ecoetiquetas.
- OCU exige que las etiquetas ambientales sean verdaderas, claras, relevantes, justas y que se vinculen a productos que funcionan realmente bien.
Cerceda, a 1 de febrero de 2022.- Según una encuesta de OCU, los consumidores consideran útil que los productos lleven información ambiental, pero desconfían de algunos supuestamente verdes cuyos fabricantes pueden “haberse enganchado al carro del greenwashing”.
Los resultados de la encuesta reflejan que el 88% de los consumidores considera útil que los productos ofrezcan información medioambiental, y un 63% prefiere comprar artículos con etiqueta medioambiental. De hecho, el 44% está dispuesto a pagar más por un producto o servicio con una etiqueta medioambiental verificada. No obstante, solo el 5% dice estar bien informado de los requisitos existentes para que un producto pueda destacarse como verde o lucir ecoetiquetas.
Greenwashing es casi literalmente un lavado verde. Es decir, añadir a los productos un marchamo de sostenibilidad para que parezcan lo que quizá no son. La finalidad es sobre todo mercantil, es decir, como lo verde está de moda y se vende muy bien, se le pone una reivindicación medioambiental para que el consumidor lo prefiera. Es por ello que OCU exige que las etiquetas ambientales sean verdaderas, claras, relevantes, justas y que se vinculen a productos que funcionan realmente bien.
ETIQUETAS MEDIOAMBIENTALES
OCU advierte que en todo el mundo pueden encontrarse más de 450 ecoetiquetas con las que se pone de relieve valores tales como la reciclabilidad, eficiencia energética, ahorro de agua, cultivos ecológicos, respeto animal, etc, pero califica a la mayoría de poco rigurosas. Y a más de la mitad de los consumidores esta abultada cifra les produce confusión.
Entre las muchas certificaciones existentes, también las hay que aportan un valor añadido al consumidor sostenible, ayudándole a elegir la mejor opción con criterios medioambientales. Destacan por su rigor y solidez en ámbitos tales como:
- Pesca sostenible certificada. Certifica que los pescados y mariscos que la llevan proceden de pesquerías sostenibles, gestionadas con criterios sociales y ambientales adecuados y cuya cadena de custodia se ha mantenido desde el origen hasta la venta.
- Cosméticos y detergentes naturales ecológicos. Indica que en la elaboración se ha respetado una lista restrictiva de ingredientes aprobados y se ha hecho una gestión responsable de agua, químicos y desechos.
- Ecolabel Unión Europea. Distingue a productos como detergentes, pinturas o suelos laminados que hayan podido demostrar un impacto medioambiental menor que otros de su misma categoría y en todo su ciclo de vida, desde la fábrica hasta su eliminación.
- Comercio Justo. Garantiza estándares ambientales, sociales y económicos apropiados en la producción de algodón, café, té, cacao, etc. y el pago de un precio justo a los pequeños productores cuyos derechos laborales son respetados.
- Papel y madera sostenibles. La madera o papel que muestra el sello de FSC proviene de bosques que han sido auditados externamente para confirmar que se gestionan respetando estándares ambientales y sociales.
- Textiles de confianza sin sustancias nocivas como pesticidas o metales pesados.
Fuente: OCU
Imagen: Pexels