- En su particular lugar de costura, los internos, bajo la batuta de la profesora Lucía Rodil, y la supervisión del director de la Escuela de Adultos, Pedro Cantero, ya han confeccionado un buen número de bolsas con restos textiles.
- Los percheros que jalonan el aula semejan una boutique eco de bolsas reutilizables con distintas formas, telas, colores y tamaños. Para todos los gustos.
- Todavía no han decidido la salida que darán a estas bolsas, pero sí tienen claro que se repartirán en un evento medioambiental, social o deportivo con fines solidarios.
- El espíritu de esta iniciativa no es otro que contribuir a la lucha contra la contaminación por plásticos y dar visibilidad a alternativas más ecológicas y sostenibles.
Cerceda, a 5 de junio de 2019.- Desde que se lanzó el proyecto, bautizado con el lema “Una segunda oportunidad”, a principios de este mismo año, el taller de costura de la Escuela de Adultos del centro penitenciario de Monterroso (Lugo) no ha parado de trabajar. Los internos, bajo la batuta de su profesora, Lucía Rodil, y la supervisión del director, Pedro Cantero, han llevado a cabo una intensa labor de reutilización.
Una vez hecho acopio de un considerable número de prendas fuera de uso (batas de enfermería, pantalones vaqueros y otros artículos textiles), ya han confeccionado sus primeras bolsas, 100% ecológicas.
De distintas formas, tamaños y colores, los percheros del aula de costura semejan una boutique eco en la que cualquier consumidor podría encontrar una bolsa adaptada a sus gustos y necesidades. Tal y como asegura Cantero “faltan detalles, remates”, pero las bolsas, ya de por sí, tienen ese punto de distinción que identifica el trabajo hecho con cariño, con entusiasmo y con la esperanza de que será apreciado y valorado.
Todavía no se ha definido el cuándo ni el cómo, pero las bolsas verán la luz en la calle. Quizás en algún punto de encuentro específico con los ciudadanos, quizás cerca de una superficie comercial o quizás en un evento deportivo, social o medioambiental con un fin solidario. Y siempre con el mismo espíritu: aportar un pequeño grano de arena en la lucha contra la contaminación por plásticos y apostar por alternativas sostenibles en las que cobre protagonismo la reutilización.
COSER, CICATRIZAR Y CREAR
Coser tiene un significado especial en la escuela monterrosina. Significa componer, unir, crear, cicatrizar y todo ello en un ambiente de trabajo en equipo que comparte esfuerzo, tesón e ilusión en que esta labor acabe viendo la luz, al igual que otras iniciativas anteriores en las que el centro fue pionero y ejemplar.
En este sentido, cabe recordar su programa de compostaje doméstico y vermicompostaje para la puesta en valor de la materia orgánica generada en los comedores de la institución, su invernadero ecológico, fabricado con miles de botellas plásticas fuera de uso, su huerto ecológico, en el que cultivan diferentes productos y abonan con el compost obtenido, y su iniciativa “Don´t waste food” (La comida no se tira”), con la que “metieron el diente” al desperdicio alimentario, logrando que éste fuese reducido en aproximadamente un 30% con buenas prácticas.
Uno de los principales exponentes de este proyecto fue la edición del libro “Sabroso reciclaje”, que aglutina más de 60 recetas de cocina con sobras de comidas de las que son autores el cocinero del centro y el propio Pedro Cantero.
Monterroso es, por encima de todo, un centro penitenciario ejemplar que no cede al desaliento, que no da tregua a la inacción y que lucha día tras día por abrir la puerta a la cuarta erre que escribe con mayúsculas: la REINSERCIÓN.
Saludos, Departamento de Comunicación