- Un dato relevante en una jornada como la de hoy, en la que se celebra el Día Mundial del Agua.
- Si bien el propio cultivo de alimentos acarrea un notable consumo de recursos, el problema real sobreviene cuando estos recursos se pierden a través del desperdicio alimentario.
- En este escenario, AECOC, una de las mayores asociaciones empresariales del país, proporciona a la ciudadanía una serie de recomendaciones para reducir la cantidad de comida que acaba arrojada al cubo de la basura.
- Entre las mismas, cabría destacar la necesidad de planificar las compras, conservar correctamente los alimentos y reutilizar las sobras para la elaboración de nuevos menús.
Cerceda, a 22 de marzo de 2019.- En el Día Mundial del Agua, que se celebra hoy mismo, 22 de marzo, conviene recordar que el derroche del líquido elemento no sólo tiene lugar a través de malas prácticas como abrir sin control el grifo de la cociña, el baño o la ducha, sino que también se encuentra oculto en nuestra vida diaria sin que muchas veces seamos conscientes de ello.
En términos generales, la huella hídrica, es decir, el impacto ambiental relacionado con el agua por cada habitante, es de 1.385 metros cúbicos, volumen equivalente a media piscina olímpica, y es precisamente la agricultura, a través del cultivo de alimentos, el sector que más agua consume, asociándose al mismo el 92% de la huella hídrica procedente del cultivo de alimentos. Destaca el caso del café y la carne de bovino. Para producir 1 kilo de café se requieren, nada más y nada menos, que 18.900 litros de agua, cantidad que se encuentra en una manzana o un plátano.
Resulta evidente que es necesario consumir recursos para garantizar la alimentación, ahora bien, tal y como señala David Esteller, responsable de la iniciativa “La alimentación no tiene desperdicio”, promovida por AECOC, el problema real sobreviene cuando se consumen recursos para producir alimentos que, finalmente, acaban desperdiciados.
Según un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid, el desperdicio alimentario en los hogares españoles genera una huella hídrica de más de 130 litros por persona y día.
“LA ALIMENTACIÓN NO TIENE DESPERDICIO”
AECOC, una de las mayores asociaciones empresariales del país, con más de 29.000 empresas adscritas, y la única que aglutina a todos los agentes de la cadena de valor, es decir, desde productores y fabricantes hasta operadores logísticos y distribuidores, proporciona una serie de recomendaciones dirigidas a la ciudadanía con el objetivo de realizar un consumo responsable. Por ejemplo, planificar las compras, conservar correctamente los alimentos, reutilizar las sobras de las comidas para la elaboración de nuevos menús, etc, evitando de esta forma que los alimentos acaben en el cubo de la basura y se pierdan los recursos valiosos contenidos en los mismos, como es el caso del agua, la tierra invertida en su producción, el combustible del transporte y el propio trabajo y esfuerzo de los agricultores.
En este sentido, la iniciativa “La alimentación no tiene desperdicio”, impulsada por AECOC, tiene tres objetivos fundamentales: definir y establecer prácticas de prevención y eficiencia a lo largo de toda la cadena alimentaria a fin de aprovechar al máximo los recursos; rentabilizar y maximizar el aprovechamiento del excedente producido a lo largo de las diferentes fases de la cadena de valor (redistribución, reutilización y reciclado); y formar, concienciar y sensibilizar a la población sobre la necesidad de reducir el desperdicio alimentario, un problema de gran magnitud con serias consecuencias ambientales, económicas, sociales y, por supuesto, morales.
Fuente: AECOC
Imagen: Pixabay
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