- Artículo del presidente de Sogama, Javier Domínguez Lino, con motivo de esta efeméride
Hoy se conmemora el Día Internacional del Reciclaje; un término que, en los últimos años, se ha adentrado de tal forma en nuestras vidas, que en muchas ocasiones llega a perder su verdadera esencia al ver simplificado su alcance.
Una buena parte de los productos que consumimos aseguran tener algo reciclado y/o reciclable, y como consumidores consideramos que, con la mera adquisición de los mismos, justificamos nuestro espíritu “ecologista” y damos debido cumplimiento a nuestra obligación moral de cuidar el medio ambiente.
Sin embargo, nuestra contribución a la protección del entorno debe ir más allá de las denominadas compras “verdes”, resultando esencial gestos tales como separar los residuos en origen y depositarlos en los contenedores correspondientes para propiciar su reciclado. Porque, a pesar de las nuevas tecnologías, de esas maravillosas máquinas industriales que consiguen seleccionar los materiales mediante aspiradores, vibraciones, lectores ópticos, mesas densimétricas y corrientes de inducción, hay algo absolutamente prioritario para que nuestro país cumpla con los objetivos europeos de reciclaje y es la colaboración de la ciudadanía. Sin ella, el reciclaje no será viable o será de peor calidad.
Son muchos los motivos que se argumentan para no participar en el reciclaje, pero el que más me preocupa, como ciudadano y como máximo responsable de una empresa pública de gestión de residuos, es la desconfianza hacia el sistema. Sogama se encarga de los residuos una vez que éstos son depositados por los ayuntamientos en sus instalaciones. Por tanto, no tiene responsabilidad en la contenerización y tampoco en las labores de recogida de desechos, pero sí debe soportar las consecuencias de comportamientos inapropiados.
Los que formamos parte de la cadena de gestión intentamos hacer las cosas lo mejor posible. No obstante, y como en todos los órdenes de la vida, somos conocedores, como meros espectadores, de conductas reprochables e injustificables que, a priori, corren el riesgo de echar por la borda el trabajo de la población en la clasificación de residuos. A partir de ahí, y tomando como referencia situaciones contadas y aisladas, han venido emergiendo una serie de mitos en torno al reciclaje que muchos ciudadanos han hecho suyos para justificar su escasa o nula solidaridad con el medio ambiente.
Revelémonos contra esos mitos: segreguemos los residuos por tipologías, depositémoslos en los contenedores de recogida selectiva y, cuando constatemos malas prácticas, denunciémoslo. La desidia, el desinterés y la mezcla indiscriminada de desechos en un mismo contenedor no nos reportará beneficio alguno. Todo lo contrario: nos seguirá condenando a extraer de forma indiscriminada recursos de la Madre Naturaleza.
En una fecha como la que nos ocupa y, y cada vez más cerca del año 2025, cuando nuestro país deberá alcanzar el 55% de reciclaje impuesto por la Unión Europea, pediría un sencillo ejercicio de reflexión: pensemos, a título individual, en qué medida estamos posibilitando el reciclaje y qué sentimientos nos genera el hecho de contribuir al mismo o no. Quizás mirando a los niños y niñas de hoy, que bien pueden ser nuestro hijos/as o incluso nietos/as, y al planeta que heredarán, será suficiente para que la balanza se incline en un sentido u otro.
Entretanto, desde Sogama no cejaremos en el empeño de seguir pidiendo la colaboración de la población porque creemos y confiamos en un mundo mejor.
Presidente
Javier Domínguez Lino