- Así lo indicó la FAO con motivo de la conmemoración del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y Desperdicio de Alimentos.
- Destaca que los alimentos que no se consumen suponen un desperdicio de recursos como la tierra, el agua, la energía, el suelo, las semillas y otros insumos utilizados para su producción
- Reducir la pérdida y el desperdicio alimentario mejoraría los sistemas agroalimentarios, contribuiría a la seguridad alimentaria, a la calidad de los alimentos y a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Cerceda, a 29 de septiembre de 2021.- Con motivo de la conmemoración del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y Desperdicio de Alimentos, que se celebra hoy, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) alerta de que el 17% de los alimentos que se produjeron en 2019 (931 millones de toneladas) acabaron en el cubo de basura de las familias, los comercios minoristas, los restaurantes y otros actores de la cadena de la alimentación. Y esto tiene lugar cuando 811 millones de personas padecen hambre y 132 millones se enfrentan a inseguridad alimentaria y nutricional.
En términos económicos, la pérdida de alimentos se estima en 400.000 millones de dólares al año.
Este organismo destaca que los alimentos que no se consumen suponen un desperdicio de recursos como la tierra, el agua, la energía, el suelo, las semillas y otros insumos utilizados para su producción.
Al respecto, la directora adjunta de Desarrollo Económico y Social de la FAO, Nancy Aburto, explicó, en una conferencia de prensa en Ginebra, que el problema del desperdicio de alimentos es mundial y que no se limita únicamente a las naciones ricas. “Unos 811 millones de personas sufren hambre; 2.000 millones tienen deficiencias de micronutrientes, es decir, deficiencias de vitaminas y minerales; y millones de niños padecen retraso del crecimiento y emaciación, formas mortales de desnutrición”.
Advirtió que, debido a su alto coste, las dietas saludables están fuera del alcance de la gran mayoría de las personas de todas las regiones del mundo, incluida Europa.
Aseguró que los países necesitan adoptar herramientas innovadoras para reducir el desperdicio y citó como ejemplo los nuevos empaquetados que pueden prolongar la vida útil de muchos alimentos o las aplicaciones para teléfonos inteligentes que acercan a consumidores y productores, acortando el tiempo entre la cosecha y el consumo del alimento.
BENEFICIOS
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos mejoraría los sistemas agroalimentarios, ayudaría a lograr la seguridad alimentaria y a garantizar la calidad de los productos, lo que se reflejaría en la nutrición.
Además, contribuiría “significativamente a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la presión sobre los recursos terrestres y hídricos”.
Fuente e imagen: FAO