- Esto sucedía mientras 783 millones de personas padecían hambre y un tercio de la humanidad atravesaba una situación de inseguridad alimentaria
- Asimismo, el desperdicio alimentario sigue perjudicando la economía mundial y exacerba el cambio climático, la pérdida de naturaleza y la contaminación
- El PNUMA efectúa un seguimiento de los progresos de los países para reducir a la mitad el desperdicio de alimentos de aquí a 2030, y cada vez se centra más en las soluciones, como es la adopción de medidas sistémicas a través de alianzas público-privadas (APP)
Cerceda, a 11 de abril de 2024.- Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en 2022 los hogares de todos los continentes desperdiciaron el equivalente a más de 1.000 millones de comidas al día, y ello mientras 783 millones de personas padecían hambre y un tercio de la humanidad atravesaba una situación de inseguridad alimentaria.
Asimismo, el desperdicio alimentario sigue perjudicando la economía mundial y exacerba el cambio climático, la pérdida de naturaleza y la contaminación.
En 2022, se generaron 1.050 millones de toneladas de residuos alimentarios (incluidos los restos no comestibles), lo que supone 132 kg por persona y aproximadamente una quinta parte de todos los alimentos disponibles para el consumo humano. Del total de comida desechada, el 60% correspondió a los hogares, el 28% a los proveedores de servicios alimentarios y el 12% al comercio minorista.
Solamente cuatro países del G20 (Australia, Estados Unidos, Japón y Reino Unido) y la Unión Europea disponen de estimaciones adecuadas sobre el desperdicio de alimentos para realizar un seguimiento de los progresos de aquí a 2030. Los datos confirman que, no solo se trata de un problema de los "países ricos", ya que los niveles de desperdicio de alimentos en los hogares difieren en apenas 7 kg per cápita con respecto al promedio observado para los países de ingreso alto, medio-alto y medio-bajo.
Emisiones de GEI
Según datos recientes, la pérdida y el desperdicio de alimentos generaron entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) (casi 5 veces más que el sector de la aviación) y una importante pérdida de biodiversidad al ocupar el equivalente a casi un tercio de las tierras agrícolas del mundo.
La previsión es que las zonas urbanas se beneficien en mayor medida de los esfuerzos para impulsar la circularidad y la reducción del desperdicio alimentario, ya que en las rurales hay una mayor desviación de los restos de comida hacia los animales domésticos, el ganado y el compostaje doméstico.
En 2022, solo 21 países habían incluido la pérdida de alimentos y/o la reducción de desechos en sus planes climáticos nacionales, y lo cierto es que se necesitan bases de referencia sólidas y mediciones periódicas para que se puedan constatar los cambios a lo largo del tiempo.
Soluciones a través de alianzas público-privadas
El PNUMA efectúa un seguimiento de los progresos realizados por los países para reducir a la mitad el desperdicio de alimentos de aquí a 2030, y cada vez se centra más en las soluciones para lograrlo, siendo una de ellas la adopción de medidas sistémicas a través de alianzas público-privadas (APP): mediante plataformas que reúnan al sector público, al sector privado y al sector no gubernamental para cooperar, identificar cuellos de botella, codesarrollar soluciones e impulsar el progreso.
Una financiación adecuada puede permitir a las APP reducir el desperdicio de alimentos de la granja a la mesa, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y el estrés hídrico, al tiempo que se comparten las mejores prácticas y se fomenta la innovación para lograr un cambio holístico a largo plazo.
Las APP contra la pérdida y el desperdicio de alimentos se están extendiendo por todo el mundo, por ejemplo, en Australia, Indonesia, México, Sudáfrica y el Reino Unido donde han ayudado a reducir más de una cuarta parte del desperdicio de alimentos per cápita en los hogares en el período 2007-2018.
Fuente: ONU Medio Ambiente
Imagen: Pexels