- Así lo manifestó el pasado lunes en la jornada de inicio de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios +2, que se celebra en Roma
- Lamentó que, en 2021, el 42% de la población mundial no pudiera permitirse una dieta saludable y avanzó que, si no se toman medidas inmediatas, para 2030 las personas con desnutrición crónica llegarían a 600 millones
- Considera imperativo actuar con urgencia en tres áreas clave: invertir masivamente en sistemas alimentarios sostenibles, equitativos, saludables y resilientes; priorizar a las personas sobre las ganancias; avanzar hacia sistemas alimentarios que no perjudiquen el medio ambiente
Cerceda, a 26 de julio de 2023.- El pasado lunes arrancó en Roma la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios +2 para determinar los logros alcanzados desde que los países se comprometieron, hace dos años, a transformar los modelos existentes para la producción, distribución y comercialización de la comida en un mundo en el que 780 millones de personas sufren hambre y la humanidad en su conjunto padece los efectos cada vez más desastrosos del cambio climático.
En el cónclave de alto nivel convocado por la ONU participan unos 2.000 representantes de 160 países y más de 20 jefes de Estado y de Gobierno que debaten sobre la urgencia de conseguir mejoras sustanciales en la producción de alimentos, la nutrición, el medio ambiente y las condiciones de vida de la población como marca la Agenda 2030.
Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más de 3.100 millones de personas en el mundo, o el 42% de la población mundial, no pudieron permitirse una dieta saludable en 2021 y, si no se toman medidas inmediatas, para 2030 las personas con desnutrición crónica llegarían a 600 millones.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, aludió a las crisis interconectadas que asolan particularmente a las economías en desarrollo, recordando que, sin acceso a financiamiento y alivio de la deuda, esos países no pueden invertir en sistemas alimentarios con los que proporcionar a todas las personas la nutrición que necesitan para una vida saludable. “Mientras tanto, la producción, el envasado y el consumo de alimentos no sostenibles están alimentando la crisis climática, generando un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, utilizando el 70% del agua dulce del mundo e impulsando la pérdida de biodiversidad a una escala épica”, aseveró.
Pese a que muchos países se están esforzando, manifestó que es imperativo actuar con urgencia en tres áreas clave:
- Invertir masivamente en sistemas alimentarios sostenibles, equitativos, saludables y resilientes, lo que incluiría inversiones en adaptación y sistemas de alimentos, salud, agua, saneamiento y agricultura que puedan resistir los impactos del cambio climático, así como sistemas de alerta temprana.
- Que los gobiernos y las empresas sumen fuerzas para construir sistemas que pongan a las personas por encima de las ganancias. En este sentido, instó a los gobiernos y a las industrias alimentaria, agrícola, de transporte y minorista a explorar nuevas formas de reducir el costo y aumentar la disponibilidad geográfica de alimentos frescos y saludables para todas las personas, lo que significa “mantener abiertos los mercados de alimentos y eliminar las barreras comerciales y las restricciones a la exportación”, aprovechando la ciencia y la tecnología para mejorar la eficiencia y el alcance de los sistemas alimentarios.
- El paso de los sistemas actuales a sistemas alimentarios que no perjudiquen el medio ambiente con emisiones de carbono. Esta transformación quiere decir sistemas alimentarios nuevos y sostenibles que puedan reducir la huella de carbono del procesamiento, el envasado y el transporte de alimentos.