- Científicos de la Universidad de Cantabria han descubierto la interrelación entre el cambio climático y el aumento de la energía de las olas.
- El incremento de energía acumulada en el océano puede tener negativas consecuencias en las zonas costeras.
Cerceda, 14 de febrero de 2019.- Un grupo de investigadores del instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria ha publicado un estudio en la revista Nature Communications, en el que demuestran que la energía de las olas del océano se ha estado incrementando a nivel global, como consecuencia directa del calentamiento de las capas superficiales del mar.
Este indicador se suma así a otros que se han venido empleando en el estudio del cambio climático: el aumento de la temperatura, de la concentración de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, del nivel medio del mar o la pérdida de volumen de hielo.
La principal novedad del estudio radica en que ha descubierto que los aumentos en la altura de las olas no se producen únicamente en zonas localizadas del océano, como se creía hasta ahora, sino que la transferencia de energía del viento a la superficie del mar, que se traduce en el oleaje que llega a nuestras costas, no ha hecho más que aumentar desde 1948 en todos los océanos.
Los investigadores también han descubierto que la energía del oleaje está directamente relacionada con la temperatura superficial del océano; y que el incremento de esa temperatura provoca un aumento en la energía de las olas.
AFECCIÓN A LAS ZONAS COSTERAS
La acción del oleaje es uno de los principales agentes a tener en cuenta en la protección de los sistemas naturales y socioeconómicos de la zona costera, por su incidencia en las inundaciones, la erosión, la navegación, el diseño de infraestructuras y la salud y supervivencia de los ecosistemas.
De manera que los análisis de los riesgos derivados del cambio climático que sólo tengan en cuenta el aumento del nivel del mar, en lugar de considerar también la energía de las olas, pueden conducir a la adopción de medidas de protección insuficientes o inadecuadas.
Conviene tener bien presentes las consecuencias que los eventos climáticos extremos han ocasionado ya en las zonas costeras, como los acaecidos durante el invierno de 2013 a 2014 en las costas europeas del Atlántico Norte o durante la temporada de huracanes de 2017 en el Caribe, porque todo hace presagiar que este tipo de sucesos se repetirá en el futuro, incluso con mayor intensidad.
Fuente: Universidad de Cantabria
Saludos, Departamento de Comunicación