- Aglutina información sobre medición, reducción, políticas, alianzas y ejemplos de modelos exitosos en todo el mundo.
- La reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos puede reportar numerosos beneficios: mayor cantidad de alimentos disponibles para los más vulnerables, menores emisiones de GEI, menor presión sobre los recursos hídricos y de tierras, e incremento de la productividad y el crecimiento económico.
- Los alimentos se pierden cuando se estropean o se derraman antes de llegar al producto final o la etapa de venta al por menor. Y se desperdician cuando los consumidores los descartan o se eliminan en la venta al por menor debido a que no cumplen normas de calidad estrictas.
Cerceda, a 4 de septiembre de 2020.- La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó recientemente una plataforma para ayudar a la comunidad internacional a acelerar la aplicación de medidas orientadas a reducir la pérdida y el desperdicio alimentario.
La plataforma aglutina información sobre medición, reducción, políticas, alianzas y ejemplos de modelos exitosos en todo el mundo.
El jefe de la FAO instó a los sectores público y privado y a las personas a promover, aprovechar y ampliar las políticas, la innovación y las tecnologías para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, así como a intensificar los esfuerzos en un momento en el que el COVID-19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los sistemas alimentarios y la necesidad de hacerlos más resistentes.
Esta herramienta proporciona acceso a todos los recursos de la FAO en la materia: la mayor recopilación de datos sobre la cantidad de alimentos que se pierden y desperdician, y dónde; un foro de debate; ejemplos de iniciativas exitosas; cursos de formación online; orientaciones sobre políticas como consecuencia de la pandemia de la COVID‑19; e ideas sobre lo que cualquier persona puede hacer para reducir el desperdicio de comida.
DIFERENCIAS ENTRE PÉRDIDA Y DESPERDICIO DE ALIMENTOS
Los alimentos se pierden cuando se estropean o se derraman antes de llegar al producto final o la etapa de venta al por menor. Por ejemplo, los productos lácteos, la carne y el pescado pueden estropearse durante el transporte debido a servicios de transporte refrigerado y de almacenamiento en frío inadecuados.
La FAO estima que el 14 % de los alimentos se pierden de esta manera, representando el equivalente a 1,5 gigatoneladas aproximadamente de CO2.
Las pérdidas son mayores en los países en desarrollo (14 %), mientras que en los desarrollados representan el 5,8 %. Afectan sobre todo a raíces, tubérculos y cultivos oleaginosos (25 %), frutas y hortalizas (22 %) y productos cárnicos y de origen animal (12 %).
Los alimentos se desperdician cuando los consumidores los descartan o se eliminan en la venta al por menor debido a que no cumplen normas de calidad estrictas, o con bastante frecuencia debido a que no se comprende la fecha indicada en el producto. La comida que no llega a consumirse representa un derroche de recursos: mano de obra, tierra, agua, suelo y semillas, aumentando las emisiones de GEI.
BENEFICIOS DE LA REDUCCIÓN Y DESPERDICIO ALIMENTARIO
La reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos puede reportar numerosos beneficios: una mayor cantidad de alimentos disponibles para los más vulnerables, una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), una disminución de la presión sobre los recursos hídricos y de tierras, así como un incremento de la productividad y el crecimiento económico.
Para conseguir dichos beneficios, se insta a aplicar la innovación, tanto tecnológica como operacional. Es el caso de soluciones tecnológicas para la gestión postcosecha, nuevas formas de trabajar conjuntamente y un envasado de alimentos más adecuado, así como la relajación de los reglamentos y las normas sobre los requisitos estéticos para las frutas y las hortalizas; hábitos de consumo sostenible; políticas gubernamentales tales como directrices para redistribuir el excedente de alimentos inocuos a personas necesitadas a través de bancos de alimentos; y el establecimiento de alianzas, incluso fuera del sector alimentario, por ejemplo con los actores en el ámbito del clima.
La FAO considera que intervenciones como informar al público, invertir en la infraestructura de las cadenas de suministro, capacitar a los agricultores en las mejores prácticas y reformar las subvenciones alimentarias que provocan de manera no intencionada un aumento de las pérdidas y el desperdicio alimentario resultan más convenientes que otras medidas.
Fuente: FAO
Imagen: Pixabay