- Todas las latas de bebidas son infinitamente reciclables, sin pérdida de calidad, con la particularidad de que también son fáciles de separar y recuperar con la infraestructura existente, sin requerir nuevas tecnologías ni costosas inversiones adicionales.
- Reciclar una lata ahorra el 95% de la energía necesaria para producir una nueva, lo que equivale a mantener un televisor funcionando durante 3 horas.
- Mientras que el peso de la primera lata era de 115 gramos, hoy está en alrededor de 13 gramos.
Cerceda, a 6 de noviembre de 2020.- La lata de bebidas cumple 85 años. Ha viajado por nueve décadas en las que ha demostrado su capacidad para adaptarse a las cambiantes necesidades del consumidor, afrontando múltiples innovaciones con el fin satisfacer a la sociedad.
Ha evolucionado en el tiempo con permanentes reducciones de peso, cambios de cierre, forma, tamaño y diseño, consolidándose como un envase seguro, resistente, ligero, moderno, competitivo, transportable y fácil de enfriar, así como un perfecto soporte para la imagen de marca.
Su larga tradición de reciclado y su excelente desempeño medioambiental sitúan a la lata en un lugar de privilegio en la carrera por el futuro, toda vez que encarna el mejor ejemplo de economía circular.
INFINITAMENTE RECICLABLE
Los metales son materiales permanentes y 100% reciclables. De hecho, se reciclan desde tiempos inmemoriales. Tanto es así, que el 75% del aluminio producido por la humanidad a lo largo de su historia sigue en uso.
Todas las latas de bebidas son infinitamente reciclables sin pérdida de calidad, independientemente de su color o diseño, con la particularidad de que son fáciles de separar y reciclar con la infraestructura existente, sin requerir nuevas tecnologías ni costosas inversiones adicionales. No en vano, es el envase más reciclado en el mundo. También lo es en España, donde, gracias a municipios y consumidores se reciclan más de ocho de cada diez latas.
Reciclar una lata ahorra el 95% de la energía necesaria para producir una nueva, lo que equivale a mantener un televisor funcionando durante 3 horas.
Cuando se deposita una lata de bebidas en el contenedor amarillo, tarda menos de 60 días en volver a las manos del ciudadano, en forma de nueva lata u otro producto metálico.
MENOS PESO
Lejos quedan los más de 115 gramos de la primera lata. Hoy se sitúa en alrededor de 13 gramos. Gracias a la innovación permanente, una lata de bebidas tiene un espesor inferior al de un cabello humano, pero puede soportar 90 kilos en su eje vertical y contener una presión interna mayor que la de un neumático de coche.
Según el reciente Análisis de Ciclo de Vida realizado por Metal Packaging Europe, en los últimos diez años, la lata ha reducido su huella de carbono en un 31% gracias a las continuas mejoras en los procesos de fabricación del aluminio, la reducción de su peso y el aumento de su tasa de reciclado.
Su eficiente logística, sus excelentes características de barrera a la luz y el oxígeno, sus mínimas emisiones de CO2 y su alto índice de reciclado son solo algunos de los muchos motivos por los cuales cada vez más bebidas eligen este envase.
Juan Ramón Meléndez, director de la Asociación de Latas de Bebidas, señala que “La Unión Europea define la Economía Circular como aquella que mantiene en uso los materiales durante el mayor tiempo posible, evitando las pérdidas y la generación de residuos y eso es lo que los envases metálicos y la lata de bebidas lleva décadas haciendo. Estamos orgullosos de que los principios rectores de la Economía Circular estén grabados en el ADN de la lata y no sean una potencialidad por desarrollar, sino una realidad contrastable”.
Fuente e imagen: www.latasdebebidas.org