- Se destaca el importante papel que puede desempeñar este sector para contribuir a mantener la seguridad alimentaria y hacer frente a las emisiones de gases de efecto invernadero, un problema en el que también está involucrado.
- En este sentido, el responsable del Departamento de Medio Ambiente, Bioenergía e Higiene Industrial de AINIA, Andrés Pascual, propone diez acciones concretas.
- Realizar un aprovisionamiento sostenible de materias primas, reducir la huella de carbono, implementar planes de eficiencia energética e integrar energías renovables, valorizar los residuos, optimizar la logística y el transporte, apostar por los combustibles limpios, combatir las pérdidas de alimentos, usar el agua de forma eficiente e impulsar la bioeconomía y la innovación en el aprovechamiento del CO2.
Cerceda, a 26 de diciembre de 2019.- Luchar contra el cambio climático resulta una prioridad para mantener la seguridad alimentaria y evitar la escasez de materias primas, la inestabilidad de los precios y la calidad de los productos que consumimos, con la particularidad de que los sistemas de producción de alimentos son en su mayoría grandes emisores de gases de efecto invernadero, por lo que el sector debe ser proactivo en hacer frente a un problema que también contribuye a crear.
En este escenario, el responsable del Departamento de Medio Ambiente, Bioenergía e Higiene Industrial de AINIA, Andrés Pascual, propone 10 medidas con las que, de forma directa o indirecta, las industrias de alimentación y bebidas pueden luchar contra el cambio climático
1. Realizar un aprovisionamiento sostenible de materias primas.
Seleccionar proveedores que apliquen buenas prácticas ambientales para suministrar materias primas con una reducida huella de carbono y colaborar en cadenas de suministro bajas en carbono.
2. Reducir la huella de carbono de productos y actividades.
Se cuenta para ello con herramientas como el Análisis de Ciclo de Vida (ACV), que permite analizar las cargas ambientales identificando y cuantificando el empleo de materiales y energía, además de las emisiones.
Asimismo, el ecodiseño facilita la selección de materiales, el diseño de los envases y la optimización de la cantidad de material empleado en función del alimento a envasar. Con ello, es posible disminuir la huella de carbono y compensar emisiones hasta alcanzar la neutralidad en carbono
3. Implementar planes de eficiencia energética e integrar energías renovables.
Apostar por la cogeneración, realizar cambios en la maquinaria de mayor consumo energético, seleccionar equipos más eficientes energéticamente, aplicar las Mejores Técnicas Disponibles (MTDs) y priorizar los combustibles renovables (biomasa, solar fotovoltaica o térmica, etc.) son algunos ejemplos de medidas a tener en cuenta en la definición de planes de eficiencia energética en la empresa.
4. Valorización energética de residuos.
Por ejemplo, instalar sistemas de digestión anaerobia de aguas residuales de alta carga orgánica, residuos orgánicos, lodos de depuración, etc. para la producción de biogás y auto-consumo en calderas o motores de cogeneración, obteniendo así calor y electricidad renovable, o incluso purificación a biometano y uso como biocarburante para el transporte de vehículos.
5. Optimización del transporte y logística, y uso de combustibles limpios.
Puede contribuir a la reducción de las emisiones de gases efecto invernadero y si, además, se incrementa la eficiencia de los vehículos en el uso de combustibles, el impacto todavía se vería más reducido.
Potenciar el uso de combustibles limpios en el transporte es una alternativa a valorar para conseguir ciudades mucho más limpias y sostenibles.
6. Reducción de pérdidas y desperdicio alimentario.
Suponen un desembolso económico y un grave problema medioambiental. Las pérdidas y el desperdicio alimentario generan anualmente el 8% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) antropogénicas y contribuyen a las emisiones globales del equivalente al 87% de las emisiones derivadas del transporte.
Desarrollar estrategias para alargar la vida útil de los alimentos con sistemas de envasado adecuados. Asimismo, optimizar las cadenas de suministro a través de la digitalización, permite el control de stocks y la mayor eficacia en la gestión de los puntos de venta.
7. Economía circular. Cero residuos a vertedero.
Explotar los residuos orgánicos como materia prima para obtención de numerosos bioproductos de interés para otros mercados representa una vía a seguir. También lo es trabajar en modelos eficientes en el uso de recursos, y, particularmente, emplear materiales plásticos más sostenibles en los envases de alimentos y facilitar su reciclaje
8. Uso eficiente del agua. Del agua residual al agua “recursal”
Aplicar conceptos de circularidad en la gestión del agua con la reducción de su consumo, reutilización en agricultura y otros usos, y, forma complementaria, minimizar el consumo energético en los procesos de captación, uso y tratamiento final del agua.
9. Bioeconomía. Alternativas de base biológica.
Desarrollar modelos de aprovechamiento de subproductos basados en el concepto de biorrefinería, adoptando alternativas de base biológica y con menor huella de carbono a materiales y productos químicos derivados del petróleo: bioplásticos, biocomposites, biolubricantes, biosolventes, biosurfactantes, etc.
Desde la parte agronómica, desarrollar estrategias eficientes de cultivo de plantas que empleen biofertilizantes y/o biofitosanitarios, obtenidos en muchas ocasiones aprovechando los mismos subproductos de la industria alimentaria.
10. Innovación en el aprovechamiento de CO2.
Se destacan tres áreas de investigación aplicada:
- Absorción de CO2 en cultivos de microalgas, las cuales a su vez pueden ser empleadas como ingrediente o fuente de proteína, así como biomasa para nuevos procesos fermentativos.
- Uso de CO2 como sustrato de fermentación para la obtención de compuestos químicos de interés.
- Uso de CO2 supercrítico como alternativa a solventes orgánicos en procesos de extracción.
Fuente: AINIA
Imagen: Pixabay
Saludos, Departamento de Comunicación