- Se prevé que la pandemia del COVID-19 podría provocar, a finales de 2020, un aumento de 130 millones en el número de personas afectadas por el hambre crónica en todo el mundo.
- En el estudio se insta a los gobiernos a incorporar la nutrición en sus enfoques de la agricultura y a esforzarse por reducir los factores que aumentan los costes en la cadena alimentaria, incluyendo la reducción de las ineficiencias y de la pérdida y el desperdicio de alimentos.
Cerceda, a 1 de septiembre de 2020.- Según un estudio anual de Naciones Unidas, elaborado conjuntamente por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), el número de personas que padecen hambre está aumentando.
En la última edición de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, se estima que casi 690 millones de personas pasaban hambre en 2019 (un aumento de 10 millones desde 2018 y de casi 60 millones en cinco años). Asimismo, los altos costes y la escasa asequibilidad impiden también a miles de millones de ciudadanos beneficiarse de una alimentación saludable o nutritiva. La población que sufre hambre es mayor en Asia, pero está creciendo con más rapidez en África, seguida de América Latina y el Caribe.
Se prevé que la pandemia del COVID-19 podría provocar, a finales de 2020, un aumento de 130 millones en el número de personas afectadas por el hambre crónica en todo el mundo; un retroceso que hace que el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (hambre cero) sea aún más dudoso
Superar el hambre y la malnutrición en todas sus formas va más allá de conseguir alimentos suficientes para sobrevivir: la alimentación -en especial la de los niños- debe también ser nutritiva. No obstante, uno de los principales obstáculos es el elevado coste de los alimentos nutritivos y la escasa asequibilidad de las dietas saludables para un gran número de familias.
TRANSFORMACIÓN DE LOS SISTEMAS ALIMENTARIOS
En el informe se argumenta que, cuando se tienen en cuenta consideraciones relativas a la sostenibilidad, el paso a dietas saludables ayudaría a controlar el aumento del hambre, al tiempo que propiciaría enormes ahorros. Se calcula que este giro permitiría compensar casi por completo los costos sanitarios asociados a una alimentación deficiente, mientras que el coste social de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con el sector de la alimentación podría reducirse hasta en tres cuartas partes.
Si bien las soluciones específicas variarán de un país a otro, en el estudio se insta a los gobiernos a incorporar la nutrición en sus enfoques de la agricultura; a esforzarse por reducir los factores que aumentan los costes en la producción, el almacenamiento, el transporte, la distribución y la comercialización de alimentos, por ejemplo mediante la reducción de las ineficiencias y de la pérdida y el desperdicio alimentario; a prestar apoyo a los pequeños productores locales para que cultiven y vendan alimentos más nutritivos y garantizar su acceso a los mercados; a dar prioridad a la nutrición de los niños como la categoría con mayores necesidades; a fomentar un cambio de comportamiento a través de la educación y la comunicación; y a integrar la nutrición en los sistemas de protección social y las estrategias de inversión a escala nacional.
Fuente: Naciones Unidas
Imagen: Pixabay