- Se trata de un material sostenible con colores brillantes que varían al detectar una alteración en su composición.
- Su aplicación abarca desde sensores de alerta en el embalaje de productos alimenticios, sellos o marcas contra falsificaciones, así como materiales con los que elaborar artículos tales como juguetes, libretas u otros fabricados habitualmente con plástico.
- La ventaja de este material biodegradable es que su eliminación no conlleva impacto medioambiental.
Cerceda, a 9 de diciembre de 2020.- Un equipo de investigación del departamento de mejora genética y biotecnología del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea ‘La Mayora’ (CSIC-Universidad de Málaga), ha fabricado bioplásticos iridiscentes que muestran o reflejan los colores del arcoíris y biodegradables, utilizando residuos agrícolas de celulosa y restos no comestibles del cacao.
La aplicación de estas estructuras microscópicas, insolubles y resistentes a ambientes húmedos, abarca desde sensores de alerta en el embalaje de productos alimenticios, sellos o marcas contra falsificaciones, así como materiales con los que elaborar productos tales como juguetes, libretas u otros fabricados habitualmente con plástico.
El nuevo bioplástico consigue su estructura combinando dos materias primas. Por un lado, la celulosa procedente de los restos de algodón y por otro, las cáscaras del fruto del cacao. Ambos se disuelven hasta perder su tonalidad original y quedar prácticamente transparentes. En ese momento se mezclan y se forma un film con unas características muy similares a los plásticos derivados del petróleo, con la ventaja de que su destrucción no conlleva impacto medioambiental.
Tras las pruebas en laboratorio, los expertos comprobaron que estos dos materiales se descomponen de forma natural, tanto en el suelo como en el agua de mar.
A diferencia de gran parte de los objetos cotidianos, que presentan un color determinado por pigmentos, en el caso de este material a base de cacao y celulosa, los cristales fotónicos que se generan en la superficie del film interaccionan con la luz, afectan a la propagación de las ondas electromágnéticas y, por tanto, generan colores muy llamativos y brillantes.
Los expertos han demostrado que el resultado es una materia prima consistente y duradera para nuevos productos, pudiendo sustituir al plástico y ser reciclado al final de su vida útil.
Este estudio, en el que colaboran el ‘Istituto Italiano di Tecnologia’ y las universidades de Génova y Washington, entre otras instituciones, ha recibido financiación de la Unión Europea en el marco del proyecto Marie Skłodowska-Curie RISE COMPASS y del proyecto TEHRIS.
Además, cuenta con fondos del Programa de Investigación e Innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea y del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Fuente e imagen: Fundación Descubre