- Entre las mismas figuran la protección de la naturaleza, la inversión en servicios esenciales, la transición energética rápida y saludable, la promoción de sistemas alimentarios sostenibles y de ciudades habitables.
Cerceda, a 17 de junio de 2020.- Tomando como referencia las experiencias y aprendizajes derivados de la pandemia del COVID-19, voces expertas sugieren que, a pesar de sus efectos devastadores, esta crisis puede representar también una oportunidad para construir un mundo mejor.
Con el apoyo de millones de profesionales del ámbito de la salud, Naciones Unidas se ha hecho eco de unas sencillas recomendaciones:
- Proteger y preservar la naturaleza como fuente de salud. La presión humana sobre el medio natural (desde la deforestación hasta las prácticas agrícolas intensivas y contaminantes) socavan los servicios que nos presta la naturaleza y aumentan también el riesgo de enfermedades infecciosas emergentes en humanos, de las cuales más del 60% tienen su origen en animales. Urge, por tanto, disminuir nuestro impacto en el medio ambiente.
- Invertir en servicios esenciales. Los patógenos resistentes a los antimicrobianos están muy extendidos en el agua y los desechos, y se necesita una gestión adecuada para evitar la propagación a los humanos.
- Asegurar una transición energética rápida y saludable. Actualmente, más de siete millones de personas al año mueren por exposición a la contaminación del aire (1 de cada 8 muertes en el mundo).
Varios países han puesto el desarrollo verde, junto con la salud, en el corazón de sus estrategias de recuperación de COVID-19. Una rápida transición global hacia la energía limpia no solo cumpliría con el objetivo del acuerdo climático de París de mantener el calentamiento por debajo de los 2°C, sino que también mejoraría la calidad del aire.
- Promover sistemas alimentarios saludables y sostenibles. Las enfermedades causadas por la falta de acceso a los alimentos o por el consumo de dietas poco saludables y altas en calorías son ahora la principal causa de problemas de salud a nivel mundial.
El cambio en el uso de la tierra es el principal impulsor ambiental de los nuevos brotes de enfermedades.
- Construir ciudades saludables y habitables. Más de la mitad de la población mundial vive ahora en ciudades que son responsables de más del 60% de la actividad económica y las emisiones de gases de efecto invernadero. Caminar, utilizar el transporte público o la bicicleta constituyen prácticas de movilidad sostenible con importantes ventajas.
Muchas de las urbes más grandes y dinámicas del mundo han reaccionado a la crisis de COVID-19 al peatonalizar las calles y expandir las ciclovías de forma masiva, permitiendo el transporte con distancia física durante la crisis y la mejora de la actividad económica y calidad de vida.
Fuente: Naciones Unidas
Imagen: Pixabay